Comentario con López-Dóriga
Cincuenta años
Hoy, en el cincuentenario de la tragedia de Tlatelolco, de la muerte de docenas de estudiantes en aquella Plaza. La remembranza, para algunos, parece ser catarsis generacional, una catarsis en la que cada quien revive y cuenta sus recuerdos para las nuevas generaciones.
Tlatelolco y el movimiento del 68, cierto, son un hito histórico y un principio. Ojalá y el cincuentenario, con toda su pesada carga emocional, omnipresente en todos los medios, fuera el principio de una reconciliación nacional, una reconciliación con nuestro pasado, nuestro pasado, a veces brillante, a veces oscuro y muchas veces brutal y sangriento.
Pasado que es de nadie y de todos, espejo de lo que fuimos y somos, pero también un punto de partida.
Un punto de partida como fue para ti, Joaquín, aquel octubre de 1968, punto de partida para tu jornada de altibajos en el bello oficio del periodismo, para tu carrera de reportero. Felicidades, porque cincuenta años después, aún eres el reportero con ejemplar rigor profesional, incansable trabajo e insaciable curiosidad.
Gracias, Joaquín. Un orgullo ser tu amigo.