DOMINGO

El presidencialismo vive

De alguna manera – perdón por la inmodestia- el libro de Héctor Aguilar Camín, “Nocturno por la democracia”, refleja lo que a la manera de quien carece de la preparación y la cultura para escribir siquiera un ensayo, se dijo en estos espacios desde los días inmediatos a la elección presidencial del uno de julio de 2018.

   Sólo en la mesa política del noticiero de Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula el miércoles 4 de julio se dijo: “el pasado domingo 30 millones de mexicanos votaron para restituir al Presidente Poderoso construido en el imaginario por los politólogos y los tejedores de leyendas. Mandaron a la basura eso de la división de Poderes, de las autonomías y el federalismo”.

   Por eso, aunque muchas veces estemos en desacuerdo, no deben sorprendernos ni las acciones ni la manera de gobernar del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

   Hace muchísimos años, en una novela de Scott Fitzgerald leí este párrafo: “los ricos son distintos a todos los demás”. Y parafraseando a Fitzgerald, diría que también los políticos son distintos a los demás y que, entre los políticos, Andrés Manuel López Obrador es distinto a todos los demás.

   Creo en la democracia, en la división de poderes, en la rendición de cuentas y en la indispensable honestidad de los funcionarios, así como en las elecciones como sistema para elegir libremente a quienes nos gobiernan.

   No obstante, por ahora, creo que se equivocan y le hacen un mal a quienes creemos en la democracia que, a pesar de las razones y las obras del gobierno actual, el viejo presidencialismo está muerto. Y estoy seguro de que se equivocan porque para que eso ocurra tiene que morir en el imaginario de la sociedad mexicana, hasta en un sector muy grande, más grande de lo que creemos, entre las élites de la República.