Cambio de Guardia
Cada elección, creemos, es un cambio de guardia, de la guardia que custodia a la Nación, su presente y su futuro y asume la responsabilidad por seis años de asegurar el bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas.
Esa es la razón del titular de este espacio que cada semana intentara resumir y presentar una opinión sobre el quehacer de los partidos, sus candidatos y de todas las organizaciones que participan en el proceso de elegir el nuevo Presidente de la República.
Hoy empezamos con un breve resumen de los acontecimientos.
El Frente Ciudadano por México, integrado por el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano hicieron un excepcional lanzamiento mediático de su integración, por lo mismo en los medios se crearon expectativas y se les juzga tan severamente, pues el lanzamiento no ha sido complementado por una pulcra operación política, por el contrario, mediáticamente se juzga desaseada la operación que, aseguran, culminará la semana próxima con el registro de la coalición electoral, pero no dicen nada de su candidatura presidencial.
En Morena, lo más destacado ha sido la irritada reacción de Andrés Manuel López Obrador a la virtual postulación de José Antonio Meade, irritación reflejada en las descalificaciones personales que no han cesado. Lo otro es su declaración del pasado sábado en una comunidad de la sierra de Guerrero, con predominante presencia de bandas criminales que controlan el cultivo y trasiego de estupefacientes.
Luego de advertir de las dificultades de los militantes de Morena para hacer proselitismo, ofreció “evaluar y reflexionar sobre una eventual amnistía para los jefes de las bandas criminales”. Sólo el señor López Obrador sabe cuál fue el propósito de su declaración. El problema que enfrenta es que se ha metido en una polémica que será aprovechada por sus adversarios y ahora se verá obligado a explicar y explicar una y otra vez lo que quiso decir. Un gaffé, que dicen los franceses.
En el PRI, se escenificó lo esperado, el registro de su precandidato único a la Presidencia de la República, el registro de José Antonio Meade, cuyo discurso fue un forzado resumen de objetivos, subrayado por los estribillos de “vamos a ganar”, que le fueron coreados.
No estuvo mal, si tomamos en cuenta que es su primer discurso abiertamente político, pero habrá que pulirlo. Y, sobre todo, habrá que asumir con humildad lo que en otras naciones hacen los candidatos y los mandatarios, contratan a brillantes escritores de discursos, quienes traducen las ideas en frases que logran lo que busca todo discurso político: emocionar a los oyentes para convertirlos en potenciales votantes a favor. Como sea, de arranque su postulación vuelve competitivo al PRI. Y eso no es logro menor, aunque en estricto rigor, ese logro es del Presidente Peña Nieto.