Cambio de Guardia
Han empezado las precampañas de los precandidatos de las tres coaliciones electorales, en las cuales se agrupan las principales fuerzas políticas de la República.
A muchos les impacienta que ninguno de los tres precandidatos –López Obrador, Anaya y Meade- hagan propuestas concretas para problemas concretos. No pueden hacerlo, porque la ley electoral determina que en esta etapa del proceso que termina en febrero, los precandidatos, al ser únicos y no tener competencia en sus formaciones políticas, sólo pueden dirigirse a los militantes y simpatizantes de esas formaciones.
Sí, claro, algunos harán ofrecimientos, pero son muy vagos, porque todavía no explican cómo las llevarán a cabo.
Ya después de febrero, llega el tiempo de las promesas. Y sabemos que en la lucha por el poder no hay promesa que parezca exagerada o delirante.
Para Ricardo Anaya y José Antonio Meade la tarea debe concentrarse, como ya se comentó aquí, en ganarse la inquebrantable lealtad de la mayoría de quienes son las bases de los partidos que forman su coalición. Sin esa base pueden olvidarse de ganar.
Además, tanto Anaya como Meade deben aprovechar la precampaña para ganar conocimiento entre la población. En cambio, López Obrador, conocido por el 98 por ciento de la población, tiene que mantener lo que ha ganado hasta ahora y que le permite encabezar todas las encuestas. Claro que la ventaja no es, como afirman, de más de quince puntos. En realidad, se ha estrechado una vez que se definieron los oponentes de las otras dos coaliciones.
Por ahora, ya iniciado el gran puente “Guadalupe- Reyes”, será difícil mantener la atención de la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos, ocupados en tantas cosas ajenas a la política.
No importa, para eso están los millones de spots que se transmitirán en los próximos dos meses y medio. Nos machacarán con sus slogans partidistas. Pero, insistimos, en esta época de fiestas, religiosas y paganas, y de vacaciones, quizá ni con acciones muy espectaculares ganarán la atención del gran público. Claro, tendrán la atención de los medios y de quienes por deformación profesional estamos atentos a lo que hacen y dicen los precandidatos, porque no hay de otra. Pero, por ahora, deben olvidarse de la atención de la mayoría.