DOMINGO
Un Presidente enojado
En todos los países democráticos los Jefes del Estado que sí tienen la facultad de proponer a los miembros de sus Supremas Cortes por supuesto que procuran que esos designados compartan su filosofía política.
Nada nuevo que el Presidente López Obrador esperara que las y los ministros por él designados fallaran a su favor. Lo novedoso no que haga explícito el otro propósito: que jamás le contradigan los ministros que haya designado.
Estos despropósitos parecen reflejar la creciente impaciencia presidencial porque, pese a tener todos los hilos del Poder no logra que se le haga caso en absolutamente todo.
La impaciencia empieza a convertirse en enojo. Y, en México nada ha sido jamás más peligroso que las decisiones que toma un Presidente enojado.