Domingo

¿QUÓ VADIS?

 

   Apenas han transcurrido diez días de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador y, quizá por la inercia poselectoral o quizá como sello de su estilo personal de gobernar, el mandatario mantiene la narrativa de la campaña, reitera promesas de campaña y empieza a marcar un paso que en ocasiones parece frenético, lo cual pone a pensar sí podrá sostenerlo durante seis años.

   Más allá de las versiones para el imaginario popular, como el envío a EU del avión presidencial y la apertura al público de la otrora residencia presidencial de Los Pinos, su gabinete parece todavía deslumbrado y apenas si pueden seguirle el paso.

    Su partido y sus coordinadores de campaña intentan manejarse al mismo ritmo y solo muestran sus limitaciones para manejar con solvencia las mayorías, como lo demostraron los legisladores de oposición que impugnaron ante la Corte la ley de remuneraciones.

   Por lo pronto, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su partido, y su mayoría en el Congreso ya se confronta con el Poder Judicial, una confrontación de la que no resultará nada bueno, pues si la gana el Poder Judicial, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo habrán perdido una de sus iniciativas que fue leit motiv de la campaña de austeridad.

   En cambio, si pierde el Poder Judicial, el gobierno del Presidente López Obrador tendría el relativo control de los tres poderes de la Unión. Un control que le daría un poder absoluto.

   Y tal poder puede ser explosivo, si no se maneja con cautela.